“¡No me mandes, que no eres mi padre!” (o mi madre)

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Concepto de familia reconstituida

Una familia reconstituida es la formada por una pareja en la que al menos uno de los miembros tiene hijos o hijas de una relación anterior. Hace unos años, era frecuente formar una familia reconstituida por el fallecimiento de uno de los progenitores. Actualmente ha crecido el número de familias reconstituidas causadas por rupturas o divorcios previos. En este artículo vamos a centrarnos en las familias reconstituidas debidas al segundo origen citado.

Una familia reconstituida no funciona igual que una familia tradicional, es un nuevo modelo, con nuevas reglas: hay dos hogares, se incorporan nuevas parejas a los padres biológicos con papeles poco definidos, que además pueden traer consigo hijos e hijas procedentes de otra relación, las vinculaciones deben de hacerse de una manera más rápida, pueden existir conflictos previos no resueltos de los padres, hay un mayor número de miembros sin consanguineidad y, en definitiva, se forma una estructura más compleja y con menos modelos de los que aprender que en la familia nuclear tradicional.

Emociones que se generan en los diversos integrantes de las familias

Los padres y madres biológicos pueden sentirse inseguros y con miedos ante los cambios. La paternidad y maternidad es compleja ya de por sí, cuando además desaparecen apoyos, y aumentan los conflictos, existe una mayor desestabilización. También pueden verse atrapados entre los deseos personales y aquello que creen que es mejor para sus hijos.

Las nuevas parejas deben definir sus nuevos roles, dentro de una familia con unas normas ya marcadas, y que en muchas ocasiones pueden ser contrarias a las que ellos consideran ciertas, haciéndoles sentir que “no pintan nada”. En estos casos hay que tener en cuenta que la última palabra para las pautas a llevar por el hijo o por la hija la tienen los padres biológicos, pero que ellos ahora son el apoyo de los padres o madres. Se debe fomentar la relación afectiva, más que la de autoridad o la de la disciplina, ya que éstas son tareas principalmente de los padres.

Los hijos y las hijas, además de verse en una situación que en muchos casos no comprenden, ni escogen, hay que tener en cuenta que tienen menos recursos, sobre todo los más pequeños, para entender y gestionar sus propios sentimientos. Las emociones que más presentan los hijos e hijas son el miedo, el rechazo, la culpabilidad y la frustración. Desean que sus padres se reconcilien, a veces ese deseo puede mantenerse durante años en la fantasía del hijo, y por tanto se resisten al cambio, que ven como algo que les desestabiliza. Esta resistencia puede hacerse de manera abierta, a través de enfados, rabietas o problemas de conductas, pero también de manera encubierta, dependerá de la confianza y de la posibilidad de comunicación que tengan los hijos con sus familias. Si el conflicto está muy marcado en los padres, los hijos pueden sentirse desleales si desean pasar tiempo con el otro progenitor, o al hablar bien de ellos delante del otro padre o madre.

Patrones culturales

Por norma general, como ya se ha comentado anteriormente, son los padres y madres biológicos, los que deben ocuparse del cuidado de sus hijos e hijas, mientras que el papel de sus nuevas parejas correspondería al de figuras adultas que ayudan y favorecen en estas tareas. Esto puede no llevarse a cabo habitualmente, estando los papeles y las funciones de las nuevas parejas más marcados por el género que por la vinculación biológica con los hijos e hijas.

Ejemplos de estas situaciones son aquellas en las que por ejemplo, el hombre varón que entra como nueva pareja, quiera ser el que dicte las normas y la disciplina, además de querer llevar la carga económica de la familia, roles tradicionalmente asumidos por el hombre en la familia tradicional nuclear.

Al igual que en el caso de las mujeres que entran como nuevas parejas, a las que se les confía para las labores domésticas, emocionales y de cuidado de los hijos del padre.

Es importante que la nueva pareja determine un tiempo en el que hablar de estas cuestiones, para repartirse las tareas de manera equilibrada, sin que recaiga sistemáticamente una sola tarea en uno de los miembros de la pareja, sin ser previamente hablado, consentido y pactado.

Orientaciones para los conflictos más frecuentes

A pesar de los desacuerdos que pueda haber entre los dos progenitores, es muy aconsejable, que dentro de las posibilidades, haya una comunicación cordial, al menos delante de los hijos, así como unos acuerdos y pautas básicas que se lleven en los dos hogares.

Dentro del mismo hogar, debe reservarse un espacio para la pareja y acordar cuáles van a ser las normas dentro de la casa, evitando el sexismo tanto en la pareja como en las tareas que hagan los hijos, y si los hijos que tienen no son pequeños, invitarlos a que participen a proponer normas. Evitar la ambigüedad de rol de la nueva pareja.

En relación a los hijos, sobre todo, mantener la vinculación con ellos, dedicándoles tiempo, tanto en cantidad como en calidad. Eso implica que, a pesar de la ruptura, ellos deben saber que los progenitores no van a separarse de ellos, y que el afecto seguirá igual. Es importante, que a pesar de las desavenencias, no se utilice a la expareja como arma arrojadiza, y ayudar en caso necesario a que la pareja se siga vinculando con ellos. Es conveniente mantener un entorno de confianza y seguro, donde poder hablar de los miedos, fantasías, frustraciones, y demás emociones que se puedan crear en los niños, evitando bloquearlos, y ayudarles a gestionarlos. Las parejas nuevas no deben crear falsas expectativas, ni tener prisa por mantener una buena relación con los hijos de la otra persona, ni intentar sustituir a su padre o madre. Los dos adultos deben apoyar, sin forzar, que haya buena relación entre los hermanos.

A rasgos generales, se ha intentado exponer cuáles son las problemáticas generales, pero cada familia tiene sus peculiaridades. Es importante decir que cada proceso puede ser muy diferente, ya que en algunas familias puede llegar a ser un asunto muy doloroso, y en otras transcurrir sin grandes contrariedades. Probar, errar, insistir y enormes dosis de paciencia, serán necesarios para llevar estos cambios de los ciclos familiares.

Equipo de Crealic

14/10/2016

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