El cajón de arena: accediendo al mundo interno de los niños

El cajón de arena: accediendo al mundo interno de los niños

El cajón de arena: accediendo al mundo interno de los niños

El cajón de arena es un instrumento de juego que permite la observación de los estados internos de los niños, de cómo son sus vínculos familiares y sociales y  facilita  la expresión de sus conflictos , miedos y  fantasías inconscientes.

La historia del cajón de arena empieza cuando la psiquiatra inglesa Margaret Lowenfeld  que trataba a niños con  trastornos del comportamiento, observa  cómo éstos de manera espontánea cogían miniaturas  y las disponían en un cajón de arena que tenía en la sala de juegos, realizando construcciones. Después de un tiempo observándolos y analizando sus creaciones,  Lowenfeld decide llamar a este modo de trabajo, La técnica de los mundos, ya que los niños construían escenas de sus mundos en la arena. En 1936 la analista junguiana Dora M. Kalff  (que por aquel entonces estaba buscando una herramienta que permitiera el acceso al mundo interno de los niños) asiste  a una de las conferencias de Lowenfeld en las que ésta hablaba de  su técnica. Kalff enseguida se da cuenta del potencial de esta técnica para utilizarla con los niños y la combina junto con los principios de la psicología junguiana y  los principios de las filosofías orientales, creando de esta forma lo que se conoce con el nombre de  Juego de arena  (Sandplay).   Hay que aclarar que se le llama Juego de arena (Sandplay) cuando se utiliza esta herramienta desde una aproximación junguiana y   Cajón de arena (Sandtray)  cuando se utiliza desde  cualquier otra aproximación terapéutica.

Aunque en los inicios fue creada como una técnica para trabajar con niños,  también resulta muy útil  para trabajar con jóvenes y adultos.

Cuando se utiliza el cajón de arena, el terapeuta cumple la función de observador, acompañante silencioso que promueve el establecimiento de una relación empática en un espacio libre y protegido en el que el niño se pueda  expresar libremente sin miedo a ser juzgado.

Las miniaturas deben estar dispuestas en las estanterías, organizadas por categorías. De esta forma, se facilita la elección y resulta muy atractivo visualmente. No hay más que ver lo que les gusta la estantería de las miniaturas  a todos los niños (eso y meter las manos en el cajón de arena). Es más importante que haya variedad de que cantidad, ya que disponer de una buena colección requiere su tiempo.

La consigna que se da al niño  va  a depender  del contenido que queramos trabajar pudiendo ser más o menos directiva,  pero en un principio,  para empezar  se le pide que construya un mundo o que haga lo que quiera  utilizando las miniaturas, se le dice que si hay algo que necesita y no lo encuentra, podemos intentar construirlo juntos,  que  mientras arma la escena debe permanecer en silencio  (para facilitar el trabajo con el hemisferio derecho)  y que debe procurar que no caiga arena fuera del cajón. Después se le pedirá permiso para fotografiar la escena  y se empezará la exploración conjunta de lo que ha montado.

Aunque es una técnica que se puede emplear con todos los niños  resulta de mucha utilidad para niños que presentan dificultades para expresarse mediante el lenguaje, niños que hayan sufrido algún tipo de maltrato, y con trastornos del apego.

Para introducirse en el conocimiento de esta técnica y ampliar información recomiendo los dos libros que ha escrito el psicólogo y terapeuta Jose Luis Gonzalo Marrodán en los que nos descubre de una manera clara y sencilla el enorme potencial que presenta esta maravillosa herramienta en el trabajo terapéutico.

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